Esta técnica decorativa permite que el diseño plasmado en una lámina plástica específica pueda ser transferido a un determinado objeto o componente con relativa facilidad, sin importar prácticamente la naturaleza del sustrato, ni la forma y geometría de la pieza. Por ello está especialmente indicada para el pintado de objetos como cascos, bicicletas, llantas, retrovisores, molduras, etc. La lámina utilizada está fabricada con alcohol de polivinilo, un polímero soluble en agua que reacciona con la adición de un activador para convertir dicha lámina de plástico en tinta. Tras la activación de la lámina, el diseño se queda suspendido en la superficie del agua, para que a continuación se sumerja la pieza a decorar lentamente y, de esa forma, se transfiera el diseño.